Las variaciones abruptas en las condiciones de tiempo, ascensos y descensos marcados en la temperatura del aire en unos pocos días suelen poner en alerta a los alérgicos.
Las reacciones más comunes en los alérgicos suelen ser: la rinitis, (estornudos continuos y escandalosos, congestión nasal y constante goteo de nariz), la conjuntivitis alérgica (con picazón e irritación en los ojos), también se encuentran síntomas como la dermatitis, (urticarias, lesiones y eccemas en la piel), hasta llegar a las afecciones más severas, graves problemas en el aparato digestivo y respiratorio, (como, por ejemplo: el asma bronquial).
La carga genética que tenemos y el ambiente que nos rodea, se combinan en algunos organismos de tal manera que, el sistema inmunológico genera una respuesta exagerada y negativa (alergia), frente a determinados estímulos o sustancias, llamadas alérgenos. Cuando el paciente se expone a esos agentes alergénicos, se encuentra en un estado de hipersensibilidad ante una serie de fenómenos celulares y bioquímicos, generando reacciones de diversas formas según cada persona.
Los alérgenos son los agentes responsables de las alergias, casi cualquier sustancia puede ser alergénica: medicamentos, alimentos, partículas en suspensión en el aire como: polen, moho, químicos, hongos, ácaros, caspa de los animales, etc. Cuando estos alérgenos entran en contacto con el organismo, y el sistema inmunológico las reconoce como sustancias peligrosas, se defiende de lo que interpreta como un “ataque”, presentando alergias, con los diversos síntomas enumerados anteriormente.
Alergia al cambio de tiempo, polen
Ahora que sabemos que los alérgenos son los responsables de los síntomas de la alergia, estamos en condiciones de comprender que, la “alergia al cambio de tiempo” no existe, por el simple hecho de que el cambio abrupto de una (o algunas), variables meteorológicas que caracterizan el ambiente o entorno de una persona en determinado lapso de tiempo, no es en sí mismo un alérgeno. Sin embargo, esos cambios repentinos en los parámetros atmosféricos, en muchas ocasiones son un posible disparador del aumento de la concentración de determinados agentes alergénicos en el aire, o contribuyen a una reacción de la mucosa en personas alérgicas. Existen numerosos trabajos científicos realizados de manera multidisciplinaria, entre doctores en medicina y meteorólogos, (incluso algunos en Argentina), que demuestran la relación existente entre los cambios súbitos de algunas variables ambientales, con los episodios alérgicos.
Las variables meteorológicas relacionadas
Por un lado, las bajas temperaturas producen cambios en las secreciones nasales y bronquiales, en niños alérgicos, por ejemplo, los bronquios responden contrayendo sus paredes y disminuyen los mecanismos de defensa naturales de la vía aérea; estos cambios predisponen a las infecciones virales respiratorias. Por otro lado, la primavera con el avance de las décadas se anticipa en su llegada, según lo ha establecido el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas; (por ejemplo en España, diferentes estudios confirman que las hojas de los árboles caducifolios brotan unos 20 días antes que hace 50 años), este cambio altera el desarrollo de las plantas con un periodo de polinización más largo. Todo esto nos hace pensar que las personas alérgicas al polen, estarían expuestas a este molesto alérgeno, durante más semanas al año.
El viento es otro de los parámetros meteorológicos muy importantes a tener en cuenta, porque moviliza las esporas de hongos y pólenes en el aire. La dispersión y concentración de estos poderosos alérgenos dependen de la mezcla que genere el viento, su dirección y velocidad son claves a la hora de realizar un conteo de las partículas en suspensión, y estudiar así la calidad del aire, pudiendo desarrollar hasta un pronóstico con alertas, en beneficio de los alérgicos.
La humedad, las lluvias y las heladas, generan un proceso de «filtrado o purificación» del ambiente, por ejemplo, los granos de polen son capturados por las gotitas de lluvia, se hacen más pesados y caen al suelo depositándose allí. Por eso, es común observar que las personas alérgicas al polen, en primavera empeoran sus síntomas los días soleados y ventosos, y mejoran cuando llueve.